Existe una correlación entre la edad de una persona y la cantidad de enfermedades, tratamientos dirigidos a las mismas y el número de especialistas en diversos niveles asistenciales a los que deben recurrir, lo que tiene una repercusión directa sobre la calidad de vida de los pacientes. Por lo tanto, podemos afirmar que los adultos mayores cumplen con las características anteriormente mencionadas, lo que ha demostrado aumentar hasta en un 70% el riesgo de que se presenten PPI u otros problemas relacionados con la medicación (PRM), aumentando hasta el doble el riesgo de ingresar al servicio de urgencias y representando el motivo de hospitalización de entre 10 y 15% de los ingresos en el adulto mayor. Las prescripciones potencialmente inadecuadas (PPI) se podrían considerar según algunos autores como un problema de salud pública ya que son la principal causa de RAM en pacientes hospitalizados, causando una alta morbi-mortalidad, un aumento de la estancia hospitalaria y de los costes sanitarios. En la actualidad algunos estudios indican que entre el 10 y el 46% de los pacientes adultos mayores que ingresan al servicio de urgencias y hospitalización presentan alguna RAM asociada a PPI , además algunos estudios realizados en irlanda indican que el 22% de los pacientes adultos mayores hospitalizados presentan al menos una PPI, lo que indica la prevalencia de las PPI en el ámbito hospitalario. De esta manera, en el contexto de los pacientes adultos mayores, se debe realizar una adecuada conciliación medicamentosa, un análisis de posibles interacciones farmacológicas y la evaluación de posibles PRM, con el fin de que no condicionen mayores visitas a urgencias y posibles hospitalizaciones. Es así, como las herramientas utilizadas para realizar un adecuado proceso de evaluación de las terapias farmacológicas deben ser lo más robustas y actualizadas que sea posible. Por lo anterior mencionado la implementación de herramientas explícitas para identificar PPI como los criterios STOPP-START es crucial, ya que ha demostrado que su implementación puede reducir en un 9,6% el riesgo de presentar RAM asociadas a PPI y que son superiores que otras herramientas como los criterios Beers identificando PPI en el adulto mayor [9], ya que en algunos estudios se identificaron PPI según los criterios STOPP-START en el 54% de los pacientes mientras que con los criterios Beers solo se identificaron en el 26%, además se identificaron con los criterios STOPP-START un 11,5% de reacciones adversas en los pacientes versus el 6% con los criterios Beers. Por otro lado, organismos nacionales como el ministerio de salud indican que estas herramientas para el seguimiento farmacoterapéutico debe ir de la mano con la implementación de sistemas de identificación y control de medicamentos LASA (medicamentos que suenan o se ven igual que pueden ser confundidos visual, fonética u ortográficamente) y MAR (medicamentos con un alto riesgo durante su uso, que pueden causar afectaciones en la salud del paciente si se usan de forma indebida) que suponen un potencial riesgo asociado a su uso, con el fin de garantizar el buen uso del medicamento mediante sistemas de gestión del riesgo. Para poder implementar en Colombia estas estrategias de seguimiento farmacoterapéutico primero se debe conocer las características sociodemográficas y clínicas de los pacientes adultos mayores que presentan riesgo de presentar PPI, con el fin de tener un diagnostico mas acertado del panorama colombiano y aplicar de manera más eficiente los criterios STOPP-START. Este estudio busca aportar a la solución del problema planteado mediante el reconocimiento preliminar de las características de los pacientes con PPI, con el fin de permitir que futuros investigadores o instituciones puedan implementar los criterios STOPP-START de manera estratégica sobre aquellas partes de la población que se presentan mayor riesgo de presentar PPI. También busca incorporar conceptos como la identificación de medicamentos LASA y MAR para aportar a la robustez de estos criterios y realizar un análisis más adecuado de los riesgos asociados a una terapia farmacológica en el adulto mayor.